El sector servicios aumenta su presencia en las sociedades laborales vascas y ya representa el 60% de las empresas
- La industria aún tiene mayor peso específico en empleo, facturación y exportaciones, aunque empresas dedicadas al comercio, hostelería, informática, comunicación… están cada vez más presentes en este modelo empresarial.
- En la actualidad, de las 600 sociedades laborales en Euskadi, 354 son empresas del sector servicios.
- Las sociedades laborales cumplirán 40 años en 2019. Durante los primeros años, las empresas industriales, nacidas de la reconversión industrial, eran el 100% de las sociedades laborales.
- El ratio de supervivencia de las sociedades laborales es también mayor que en otros modelos empresariales.
BILBAO, 04 de julio de 2018. Las sociedades laborales, el modelo empresarial que cumplirá 40 años en 2019, ya no son exclusivamente industriales, como lo fueron en sus inicios. De hecho, a lo largo de estos años, han hecho un hueco importante a sectores ahora emergentes como los servicios. En la actualidad, la industria representa en la actualidad el 38,8% del total de sociedades laborales en Euskadi. En total, las empresas del sector industrial son 246 de las 600 sociedades laborales registradas. El resto, 354, (61,2%), son empresas del sector servicios, principalmente.
La industria, no obstante, sigue teniendo mayor peso específico por volumen de empleo, facturación y exportación dentro de las sociedades laborales de Euskadi. Alrededor de 3.700 de los 7.000 trabajadores totales de las sociedades laborales pertenecen al sector industrial.
Pero, a lo largo de los últimos años, la evolución de las sociedades laborales ha sido acorde a la realidad económica vasca y ha dado respuesta, al mismo tiempo, a las nuevas necesidades empresariales, laborales y de emprendimiento, sobre todo, a partir de la salida de la crisis.
Este modelo empresarial, en el que los trabajadores son los dueños de su propia empresa, surgió fruto de la crisis del petróleo de finales de la década de 1970, que llevó a numerosas empresas vascas a ejecutar ajustes de calado en sus plantillas y, en muchos casos, a la quiebra.
En aquel momento, el ministro de Trabajo en el Gobierno de Adolfo Suarez, Rafael Calvo, planteó una posible solución a esta situación a través de la figura del Fondo Nacional de Protección al Trabajo (FNPT), que posibilitaba préstamos a los trabajadores para adquirir acciones de sus compañías. “Ahí se vio la posibilidad de que este fondo se adaptara a la situación de la industria, algo para lo que no estaba destinado, pero la medida obtuvo buenos resultados”, recuerda Josetxo Hernández, gerente de ASLE, la asociación vasca de Sociedades Laborales y Empresas Participadas, y trabajador, en 1979, de la que fue la primera sociedad laboral en el Estado, la guipuzcoana fabricante de herramienta Irimo.
Euskadi, germen del modelo
Al mismo tiempo, otras empresas en la misma situación, todas del sector industrial vasco, usaron este fondo para facilitar el acceso de los trabajadores al accionariado, siempre más del 50%. “En ese momento, se creó una comisión gestora con siete empresas, entre otras Elma de Mondragón, que tenía 900 trabajadores, Juaristi de Azkoitia, con 400, Irimo, que éramos 700”, explica Hernández. Tres años después, en 1982, se crearía la Asociación de Sociedades Laborales de Euskadi, ASLE, con 53 empresas y 4.500 trabajadores. Todas, grandes industrias.
La industria, sin duda, fue durante los primeros años el cobijo natural de las sociedades laborales, empresas que con la aportación de los trabajadores, lograron un resurgir económico en poco tiempo.
En pocos años, el volumen de sociedades laborales se incrementó exponencialmente. La primera ley de Sociedades Laborales, redactada con el apoyo de ASLE, se aprobó en 1986. Surgió entonces la figura de la Sociedad Anónima Laboral, que permitía la creación de empresas con este modelo con una aportación inicial de 10 millones de pesetas (60.000 euros).
No fue hasta 1997 cuando, con la aprobación de la segunda ley de Sociedades Laborales, surge la figura de la Sociedad Limitada Laboral, con la que se reducían considerablemente los requisitos económicos para crear una empresa. Con este nuevo modelo, las sociedades laborales se abrían a otros sectores. “Nació otro tipo de sociedad laboral para dar respuesta a empresas informáticas, de ingeniería, de comunicación…”, explica Hernández.
A partir de ese momento, las sociedades laborales diversificarían la actividad. En 1999, con 703 sociedades anónimas y 231 limitadas (934 en total), había ya 323 empresas dedicadas al comercio y la hostelería, principalmente, además de a la educación o a las comunicaciones. La industria, todavía con más de 600 centros de trabajo, seguía representando el principal núcleo de las sociedades laborales.
La crisis económica española en 2008 supuso otro punto de inflexión, como en toda la economía vasca. En 2007, las sociedades laborales vascas llegaron a su máximo potencial. Se contabilizaban un total de 1.023 empresas. A partir de ese momento, comenzó un retroceso progresivo en el número de sociedades laborales, aunque este modelo jurídico soportó mejor la crisis que otros como la sociedad limitada.
Mayor supervivencia
“El comportamiento de las sociedades laborales frente a las sociedades convencionales es mucho mejor en términos de supervivencia”, explica el gerente de ASLE. De hecho, según Hernández, si muchas de las empresas en concurso se hubieran transformado en sociedad laboral, habrían subsistido”.
Según datos del INE, prácticamente la mitad de la sociedades limitadas (el 47,5%) desaparece al tercer año de sus constitución. En las sociedades laborales este dato desciende al 37,49%, si bien, estas empresas, en su mayor parte, no desaparecen, sino que “se transforman a otro tipo de forma jurídica”, detalla Hernández.
Además, las sociedades laborales dejaron atrás la crisis antes que otro tipo de empresas. En 2014 arrojaron ya datos positivos en facturación y empleo y frenaron el retroceso de años anteriores. Ese ejercicio, consiguieron alcanzar los 6.648 trabajadores y una facturación de 578 millones de euros. A partir de ahí, la mejora ha sido progresiva. En estos momentos, las sociedades laborales cuentan con un total de 7.079 trabajadores, mientras que las empresas asociadas a ASLE (el 47,8% del total) facturan 657,2 millones de euros.
Las sociedades laborales viven en la actualidad, por tanto, dos realidades, las grandes empresas, principalmente industriales, y las empresas del sector servicios, más pequeñas. No obstante, ASLE, desde la pasada asamblea general celebrada en mayo, ha pasado a dar cobijo y respuesta a todas las empresas participadas, sea cual sea su modelo jurídico.”Las empresas del futuro van a ser participadas o no serán”, asegura Hernández, quien deja claro que es necesario que los trabajadores participen en la gestión y el capital de las empresas.
Es, de hecho, el actual caballo de batalla de ASLE. La última ley de sociedades laborales, de octubre de 2015, incorpora las empresas participadas, aunque no concreta en términos exactos qué cantidad o porcentaje de trabajadores deben participar en la empresa, o cómo deben hacerlo, para considerarla como tal. “Son empresas que se fundamentan en valores como la corresponsabilidad, en una manera de entender la gestión y la cooperación; y son fundamentales porque saben adaptarse a todo periodo, porque su rentabilidad siempre es mayor”, zanja el gerente de ASLE.